Día 7, Bowen

Inicio Canalejas, 10:30hs
Fin Bowen, 17:30hs
Distancia 100Km
Alojamiento Estación de servicio. Excelente lugar, bien escondido.

Desperté temprano por inercia, ya me acostumbré a las 5:30hs. Pero hoy pretendía dormir un rato más porque anoche nos quedamos hasta tarde. De todos modos, terminé partiendo tarde porque me quedé emparchando las dos ruedas. Ya le agarré una mano bárbara a esto.

Después de una despedida con fotos de Gabriel y José, arrancó un camino casi tan difícil como el anterior, pero con dos puntos a favor:

  • Había ganado algo de experiencia para estos caminos, esta vez sólo tuve una pinchadura
  • El viento, si bien de costado, venía ligeramente desde el Este, por lo que me empujó

Tampoco había pendientes tan elevadas y también se repitió (en menor medida) el problema con las distancias mal calculadas en carteles.

El tramo fue bastante aburrido porque no hubo poblados ni paisajes llamativos en el medio. Fueron 100Km monótonos de espinos. Ni siquiera podía bajar a la banquina, ya le había agarrado un poco de miedo.

Los descansos eran cada 1h al principio; pero luego, cansado, cada 30m, o cada vez que encontraba sombra (sombra de espino, ténue y sin lugar para sentarse, por las espinas). El lugar que elegí para detenerme a almorzar resultó ser un santuario dedicado a la Difunta Correa. Nunca había visto uno tan grande.

Habían hecho una estructura con botellas llenas de agua, incluso un par de pequeños almacenes repletos de velas (cientos de paquetes cerrados).

La mejor parte era que, alrededor, había algunas plantas de tuna. Las únicas que vería en todo el camino.

Eran tunas con higos rojizos, un gusto exquisito, diferente al que conocía. Comí muchos, más de 15. Ya era gula a lo último. Pero esta gula tuvo un precio, me llené manos, brazos y boca de espinas. Todavía tengo una muy molesta detrás de la muela de juicio, que no puedo quitar. Sólo espero que no se infecte, o que esto suceda estando ya en San Rafael.

La llegada a Bowen fue genial: los viñedos aparecen de repente, con arboledas de pinos y frutales, poniendo repentino fin al desierto. El pueblo parece ser muy tranquilo, y es pequeño, aunque me quedó un poco lejos de la estación para ir a hacer los mandados (¡Otra vez compré comida de más!).

Cuando volvía de hacer las compras, me tentaron las acequias, con su caudal de agua fresca y cristalina. ¡Hacía mucho que no veía tanta agua! Tenía mucho calor y ganas de refrescarme un poco. Entonces dejé la bici segura en una esquina y me zambullí en una. El agua me arrastraba 15m o 20m, salía, volvía y otra vez me tiraba. Fue divertido y relajante.

En el pueblo conocí a Jorge, quien me contó que siempre había querido hacer un viaje lejos, en bici, pero no podía porque tenía familia. Me invitó a ir a su finca, para darme frutas, quedamos en encontrarnos pero no volvió. Quizá no sabe dónde me estoy quedando, hay varias estaciones de servicio y no le dije bien dónde acamparía.

Mientras cenaba estuve pensando en si no estaré comiendo demasiado. Hoy, por ejemplo, esto fue lo que comí:

  • Desayuno: 2 bananas, 1 naranja, 2 panes con manteca y mermelada, 1 café, restos de galletitas pepas
  • Viaje: 250gr de maní, puñados de girasol, caramelos
  • Almuerzo: 15 tunas, 1 lata de arvejas, 1 banana, 1 naranja
  • Al llegar a Bowen: gatorade, puñado de nueces y pasas, 2 triples de salame y queso
  • Cena: 1 tomate, 1 banana, 1 naranja, 1 limón, 3/4 partes de un melón, 1/2 planta grande de lechuga
mmazzei -