Día 23, Cinco Lagunas

Inicio Villa Pehuenia, 10:00hs
Fin Cinco Lagunas, 11:30hs
Distancia 12Km
Alojamiento Excelente.

Mediodía

Hoy es un día de paseo. No es mucha la distancia que pienso recorrer. Quizá hasta Mokehue, no mucho más. Me levanté tarde porque tenía toda la ropa de abrigo en la bici y hacía frío, así que esperé a que pase un poco en la carpa.

La ciudad está muy turistizada. Es como La Cumbrecita, pero más cara aún. Y en Información Turística no dan info de cosas que sean gratis, ni mencionan los campings libres o lugares gratuitos para acampar (y sé que existen).

Me alejé un poco en busca de algo más tranquilo y sin tanta gente ni carteles de “turismo aventura y cabalgatas”, hacia el Circuito de los Cinco Lagos. un lugar realmente hermoso y que tiene todo lo que buscaba.

En este momento estoy sentado a una mesa, a 3m de la orilla de la Laguna Verde, sin escuchar otra cosa que el graznido de los gansos y algún patito llorando en busca de su madre. Una suave y fría brisa mueve la superficie del agua, generando pequeñas olas que rompen en la orilla acompasadamente, a un ritmo agradable de oir. Todo a mi alrededor crecen araucarias y algún que otro arbolito, sólo interrumpidos por el camino a mi derecha y una inmensa roca.

Las orillas de la laguna desaparecen entre juncos y raíces de los árboles, que se acercan a ella inclinando sus ramas hasta casi mojarlas.

El nombre de “Laguna Verde” debe tener su origen en el color reflejado en sus aguas desde las colinas cubiertas por araucarias, ya que sus aguas son tan claras que, desde la orilla, puede verse el fondo hasta varios metros aguas adentro.

Noche

Finalmente terminé acampando en el último lago del circuito, en “fogón 1”, la mesa del fondo. No habia naada más lejos de la entrada que la ubicación que elegí.

A un lado tenía una laguna, de unos 400m de ancho y 600 o 700m de largo, con una pequeña isla habitada por un pino solitario. Bastante grande. A otro, un cerro cubierto de araucarias y pinos.

La orilla de la laguna era, en partes verde, con pasto y musgo, en partes arenosa, y en otras, de piedras (o una inmensa roca que se elevaba desde el agua por 5 o 6m, y sobre la que crecían araucarias).

Entre los árboles se asomaban las lagartijas, cazando insectos, que a veces saltaban en un rápido movimiento de rama en rama, quedándose luego inmóviles. Y, ante el menor indicio de amenaza, saltaban al piso y corrían a esconderse en alguna cueva.

También estaban los chimangos, compitiendo por los lugares más cercanos a las mesas, a las que luego se acercarían cuando sus ocupantes humanos se hubieran ido. Y otras aves cantoras, pequeñas, gris oscuro, con la punta del ala blanca.

En este lugar conocí las famosas “moscas carnívoras amarillas”. De aspecto similar al de una abeja, pero con el abdomen más puntudo y amarillo, aparecían a los pocos segundos de olfatear algún derivado de la carne. Mientras me preparé unos sánguches de Leberwust, no me las pude quitar de encima. Se abalanzaban enloquecidas contra el fiambre, el cuchillo con que lo había cortado, sus restos en la mesa… cuando terminé de comer y limpié todo, desaparecieron.

Otra cosa que me llamó la atención fue el poco respeto por el espacio personal y la tranquilidad que tienen muchos turistas. Siendo que el circuito tiene varios kilómetros de extensión, y cinco lagunas para elegir, una familia ruidosa eligió pasar toda la tarde a dos metros de la mesa en que estaba sentado, armando carpas que me tapaban la vista de la orilla, todos a los gritos.

A pesar del dolor, me alejé hacia arriba del cerro buscando un poco de tranquilidad para tomar unos mates. También encontré una vista panorámica mucho mejor de la laguna:

El circuito de las cinco lagunas es un lugar muy recomendable, y al que volvería para pasar tres o cuatro días enteros. Me llevo de recuerdo el fogón junto al lago, esa noche, donde asé una manzana, los mates en el cerro, la islita en medio del agua y las tortafritas riquísimas que preparan en el lugar.

Aquí yo haciendo facha junto al primer fogón que encendí en el viaje:

mmazzei -