Hoy ando con ganas de crear algo. No tengo problemas aquí por resolver, así que soluciones prácticas quedan fuera de discusión.
Quizá es por eso que salí temprano a juntar leña. Podría crear fuego, a la orilla del lago, a la sombra del bosque, cuando el sol se oculte y las aves acallen su canto, cuando la única luz que vea sea la de la luna, cuando el viento llegue helado.
Hacía rato que quería hacerlo. Pero no suelo moverme sin un objetivo en particular. No tenía excusa para iniciar la llama. ¿El agua para el mate? Para eso basta con unas ramitas. Y no tomo de noche.
Yo quiero una fogata nocturna.
Dejaré que sea lo que deseo. Tanto aguantar por nada. Los últimos escrúpulos que tuve fueron respecto a derrochar leña sin objetivos. Esos todavía merodean mi conciencia, son los más difíciles de vencer. Pero aún no sé si tengo o no objetivos. Sentí el impulso de hacerlo, quizá sea una experiencia suficientemente enriquecedora como para que valga la pena.
Hoy, como decía, ando con ganas de crear algo. Así sea armarme un fogón para luego escribir sobre ello.
Ya quedan pocos minutos de luz diurna. El sol se ocultó detrás del cerro. Cada vez se oyen menos aves, cada vez más el agua, y aquel aullido que llega desde lejos. Un perro atado. Lo sé porque lo he visto.
Los perros y chimangos van finalizando su recorrido por las mesas donde hubo gente hoy. El viento ya me llega helado. La luna se refleja en el lago.
Hoy andaba con ganas de crear algo, así que me voy a prender un fuego.