Día 24, Ñorquinco

Inicio Villa Pehuenia, 9:30hs
Fin Ñorquinco, 17:40hs
Distancia 58Km
Alojamiento Camping sin nombre. Muy malo (no luz, no ducha, no agua, lago a 300m cruzando alambrados y malezas espinosas)

El día de hoy fue un largo paseo. Si bien el camino era malo, y en partes pésimo para la bici, por las piedras sueltas y sierritas, la vista era fenomenal.

Todo a lo largo, de ambos lados, araucarias y pinos cubrían el paisaje. El ruido de los arroyitos y vertientes acompañaba fuera donde fuera. Lagos y más lagos, y alrededor las montañas. Ni hacía falta llevar agua extra: cada arroyito proveía agua cristalina, fresca y pura.

La primer parada la hice en la playa de Moqueue, a las 11:30hs. Está frente al banco BPN, bordeando el camping “La Bella Durmiente”. Allí me quedé por cerca de 3hs, a almorzar y disfrutar del agua.

El lago tiene agua bien fria ¡hay que juntar coraje para meterse! Es hermoso. Inmenso, y siempre puede verse el fondo. Incluso en las partes donde el agua ya me tapaba. Hacia lo profundo, se veía de un color azul verdoso. Sus playas, blancas y limpias. Conformadas por arena y una piedra extraña, liviana, porosa y blanda, de aspecto similar a la piedra pómez.

La vista, imponente. Otro lugar al que deseo volver con más tiempo en otra oportunidad.

La ciudad estaba tan turistizada como Villa Pehuenia, hasta tenía un par de “casas de te” (pronunciado con un tono de distinción); pero más tranquila y pintoresca.

Mientras descansaba en la playa, oí un par de comentarios, de gente que pasaba: “ahí está el chico al que cruzamos hoy”, o “el que estaba ayer en el accidente”… ¡ya soy famoso!

Tenía ganas de quedarme, pero mi destino para hoy era Ñorquinco, y esa maldita costumbre de tomar decisiones a futuro sin conocer suficientes variables.

El camino a Ñorquinco arrancó bien. Unos cuantos kilómetros en bajada, con viento a favor, que los hice sin pedalear, a toda velocidad. Los pozos, piedras y sierritas provocaban tal vibración en la caminívora que, pensé, se desarmaría (¡se cayó parte del equipaje en el camino y tuve que regresar sobre mis pasos a recogerlo!). Pero está bueno pistear como un campeón cada tanto.

Lo que siguió fue todo ondulado, ligeramente en descenso, y cada vez más feo, hasta que, unos 10Km antes de Ñorquinco se puso fiero en serio.

Este último tramo lo hice bien despacio para no romper la bici, y porque la cubierta delantera ya está muy gastada. Temía que se reventara de un momento a otro.

Lo más molesto del camino, peor aún que los tábanos (que te pican si vas a menos de 12,5Km/h), son losc onductores de 4x4, que pasan a 50cm de distancia, aunque vayan en otra dirección, a toda velocidad. Así levantan nubes de polvo que se meten en nariz y ojos, y que no dejan ver, además de piedritas y piedrotas. Pude ver varios parabrisas rotos al costado del camino, y un par de veces, me golpearon pequeñas piedras en las piernas.

Llegando a Ñorquinco, el paisaje cambia un poco y aparecen establecimientos ganaderos, con hermosos prados cubiertos de pasturas, salpicados por algún que otro pantano o laguna, bordeados por arroyos, de un aspecto similar a La Comarca, en la Tierra Media.

Me llamaron la atención las vacas y toros, inmensos y con una musculatura muy marcada ¿será por andar tanto entre los cerros?

mmazzei -