una paginita

Otra vez acampé con los chicos anoche, y junto a otros dos mochileros, Laura y Alejandro, con quienes comimos mucho chapatí y luego cenamos sopa y fideos acompañado por un Toro Viejo, alrededor de la fogata.

Todos estábamos sorprendidos de lo rico que nos parecía ese vino. No sabíamos si era por el instante, la noche junto al lago, la magia del fogón o qué.

Esta mañana, como ayer, estaba todo mojado por el rocío cuando desperté, así que me quedé esperando a que saliera el sol para que, con su luz, seque la carpa para poder guardarla. Y, como anteanoche, pasé algo de frío en la bolsa de dormir. Supongo que deberé cambiarla por otra, o comprar más abrigo antes de seguir.

El camino, como el de ayer, fue una sucesión de subidas y bajadas, más bajadas que subidas (¡yupi!), con un viento leve que a veces estaba en contra y, otras, no. Se pasó rápido, por la variedad de vistas que tenía, de lagos por todas partes, luego ruta cubierta por el bosque, como si fuera una galería, montones de arroyitos, cascadas donde cargar agua, lugares con sombra, lugares fantásticos donde me detenía a contemplar la magia del paisaje, muchos miradores desde donde tomar bonitas fotos…

Contra este río me detuve a tomar unos mates a la sombra, ¡ni ganas de irse daban!:

Llegué a Villa La Angostura casi sin cansancio y con ganas de seguir, sólo me quedé porque quería cargar la batería del celu y la cámara, para contactarme con mi familia antes de seguir (¡hace cuatro días que no saben nada de mí!).

Notas al margen

• ¡Panzada de frambuesas! (km 2130, 150m antes del mojón)
• Otra vez me excedí en las compras de comida… ahora tengo que cargar con una caja más, y todavía no encontré la vuelta para que no se caiga.