Día 41, Río Putrachoique

Inicio Mojón 1744 Rn40, 10:00hs
Fin 100m antes del puente sobre Río Putrachoique, 18:00hs
Distancia 74Km + 64Km llevado en camión (cadena retorcida a orillas de la ruta)
Alojamiento Bajo un arbolito a orillas de la ruta. Bueno. Leña suficiente, rocas para hacer fogón, ramas formando una cueva que me ocultaba de la ruta, pero muy cerca del asfalto (5-6m)

Esta mañana no me levanté hasta que el sol no dio en la carpa, a las 9hs. Tenía fiaca y frío. Además el lugar estaba muy bueno para quedarse un día más y jugar a ser Robinson Crusoe. De todos modos, enseguida estuve listo para partir. Hasta encontré una posición más estable para el equipaje.

Arranqué casi sin viento, pedaleando tranquilo, disfrutando la llana estepa. A sólo 3Km de salir, no entiendo bien por qué, el descarrilador se salió, metió entre la rueda y horquilla trasera, se torció y retorció la cadena, quedando inutilizable.

Sin herramientas para cortar la cadena, mi última adquisición, el martillo, parecía como un regalo tirado desde el cielo 3 días antes para solucionar un problema tirado desde el mismo cielo. Lástima que el cielo no me tiraba algún clavito u objeto contundente de similar forma y tamaño para martillar sobre un perno y poder removerlo.

Así estaba, con la bici dada vuelta, mirando todas mis herramientas como en una partida de Monkey Island, cuando uno observa fijo el inventario y piensa: “usar balde con palo, no; usar soga con palo, no; usar lapiz labial con palo, no…”

Caminé por las dos banquinas, como en el mismo juego, cuando uno pasa el mouse por toda la pantalla para ver si un objeto se ilumina (lo que implica que es interactivo y puede usarse con palo). Buscaba un clavo o alambre duro.

En eso paró un camión, del que se bajó un hombre que justo tenía unos clavos. Me los dió, diciendo además que se dirigía hacia Tecka y que era un camión de mudanzas.

Miré los clavos, miré el camión, miré la estepa y sentí una brisa que empezaba a soplar. Dos o tres veces en un lapso de microsegundos. Entonces le dije “¿no me tira hasta Tecka?”… no pude evitarlo.

Durante el camino (64Km de derrota que debo recuperar de alguna manera), el hombre fue contándome sobre el lugar y dando información bastante útil para mí:

  • se puede acampar incluso saltando el alambrado, a la vera de arroyos
  • usualmente los lugareños de Esquel y Tecka van a pescar y pasar el día a esos sitios
  • se pesca muchísimo
  • los techos anaranjados son las casas de puesteros en las estancias
  • las estancias ubicadas hacia el Oeste de la RN40 son mayormente de ingleses

Una vez en Tecka, en una estación de servicio con colas de más de 50m de coches esperando cargar nafta (situación que se repetiría en Gdor Costa y Río Mayo), había mucha gente con ganas de hablar. Yo sólo quería tomar unos mates tranquilo mientras removía la frustración de la bici a martillazos…

Entre mate y mate, acompañado por mi pancito casero de nueces y pasas al fogón (¡qué delicia!), pude acortar la cadena. El problema ahora era que quedaba muy corta para uno de los piñones y muy larga para el otro. Supuse altamente improbable que el cielo me arrojara un piñón del tamaño adecuado esta vez (u otra cadena), así que me arreglé con lo que tenía y salí a pedalear, medio con desconfianza y un poco de miedo a que la cadena retorcida termine de romper todo a mitad de camino.

La configuración de corona-piñón que le dejé a la bici resultó ser bastante cómoda para este camino.

¿El camino? Lomadas muy suaves tendiendo a subidas, la primer mitad, y a bajadas, la segunda. El viento mayormente a favor ayudó mucho y los 75Km hasta el río se hicieron muy sencillos. No seguí pedaleando porque el plan era pasar por Gdor. Costa al día siguiente ¡la última ciudad que veré en 220Km!

Encontré un sauce bajo y enramado a cinco o seis metros de la banquina, regalando sombra, protección contra el viento, escondite y leña. Como estaba sólo a 200m del río, también pude darme un “baño de inmersión”.

Estoy muy contento con esta forma de viajar, buscando refugios en el camino, con muchos kilómetros para elegir cada vez, sobreviviendo de lo que llevo encima, a solas, tranquilo, teniendo que ingeniármelas para hacer de cada lugar algo medianamente habitable, recolectando piedras, leña, agua ¡hasta comida!

En comparación con esta forma salvaje de viajar, los campings sólo proveen agua caliente para la ducha y electricidad para cargar el celu. A veces cobran demasiado por sólo estas dos comodidades, pero una vez por semana me parece una buena frecuencia para mantener el cel con carga (¡y porque por ahí se extraña la ducha calentita!)

mmazzei -