Un farol titilando

«Marcos volvía del trabajo cuando descubrió el crimen…» No, está volviendo desde el cine, era de noche, la noche es mejor ambientación para un crimen. «…volvía caminando hacia su casa, desde el cine, donde acababa de ver…» ¿importa la película? Por ahí queda un poco seco decir simplemente que vio una película, es como que se está ocultando algo al lector. Bueno, también es cierto que a veces no hace falta entrar mucho en detalle para no causar tedio, el lector siempre tiene la posibilidad de cerrar el libro, dejarlo tirado e irse a hacer otra cosa. No importa la película.

«Marcos volvía caminando hacia su casa, desde el cine. Había pasado las dos últimas horas entretenido mirando una película. Nadie lo había acompañado, a veces prefería ir a solas.» ¿Hace falta realmente aclarar que a veces prefería? Suena como excusa, llama la atención. Mejor nadie lo había acompañado y punto, seguimos con el relato, ya mucha presentación para algo tan breve.

«…Nadie lo había acompañado, por lo que iba caminando a solas por una calle oscura, proyectando una sombra entre las sombras de las acacias de la vereda. La calle estaba más quieta que de costumbre, hacía un poco de frío y…» Mmmm, la calle muy quieta creo que es mejor, no era una muy transitada por Marcos, ¿cómo podría saber que “de costumbre”? «…muy quieta, hacía frío, por lo que él caminaba ligero para llegar rápido.

En la esquina las sombras titilaban porque el farol estaba fallando. El típico zumbido de los faroles rotos, atractivo sonido de neon, de luz artificial, lo hacía sentirse en otro lugar, imaginar que estaba en una de esas calles poco transitadas, donde un herrumbroso cartel es iluminado por un tubo de neon color verde que forma la palabra “Hotel =>”, una noche de frío, caminando rápido para que nadie lo viera, hacia la esquina donde el farol roto titila.»

Me gusta cómo queda ahí, es recursivo. La recursividad tiene ese toque de infinito que siempre captó mi atención, desde aquel patito en la lata de aceite Patito, que sostenía una lata de aceite Patito. Esa lata me ha llevado a dedicar horas de la infancia a intentar entender algo tan grande. Sin éxito, por supuesto ¿cómo abarcar el infinito viviendo en un mundo finito?

«Entonces sacaba la barreta que llevaba escondida en el saco, entraba en una casa donde sabía que no habría nadie ahora, porque los domingos a esta hora siempre iban al cine. Era muy bueno abriéndose paso a casas ajenas y lo sabía, se sentía orgulloso por eso. También sabía que esta gente guardaba aquí el dinero recientemente cobrado de una herencia. No estaba muy seguro del lugar en que podía hallarse, pero tenía tiempo para buscar.» Parece que nuestro Marcos tenía mucha imaginación, ¿en todo eso pensaba mientras miraba el farol? Puede ser que esto parezca, luego, una traición al lector, que quede medio confundido respecto a dónde empieza y termina la realidad. No importa, sigamos jugando un rato más.

«…tenía tiempo para buscar.

Como se trataba de mucho dinero, debía estar en una caja de zapatos o una bolsa de las compras, no hay tantos lugares donde pueda esconderse. No estaba en el cajón de la ropa interior, ni en el depósito del inodoro, era demasiado como para distribuir entre las páginas de algún libro, o dentro de zapatos. En el ropero tampoco, había sacado toda la ropa, desparramándola sobre la cama, vaciado todos los cajones, las cajas de arriba tampoco lo contenían, sólo había unos juguetes muy viejos, cubiertos de polvo, y las partes de un arbolito de navidad.

Estaba comenzando a ponerse ansioso, y le temblaban las manos. Se sobresaltó un par de veces por algún ruido afuera, que bien podría haber sido su imaginación. Entre la ansiedad y los sobresaltos estaba tenso, apretaba la barreta con fuerza y le costaba pensar con claridad. Había entrado confiado en que lo encontraría rápidamente, comenzaba a dudar: ¿y si no era esta la casa?» No sé, me parece muy brusco que dude tan pronto, antes se aclaró que era bueno para entrar en casas ajenas, se dió a entender que tenía experiencia, ¿cómo podría alguien experimentado ponerse tan nervioso? Mejor lo muevo para más adelante, acá corto con lo del arbolito de navidad y que siga buscando.

«…y las partes de un arbolito de navidad, pero ni rastros del dinero.

Tumbó el ropero vacío sobre la cama, tampoco estaba allí atrás, ni debajo del colchón, o entre las frazadas. Mientras, se decía a sí mismo que no tendría que estar tan escondido, ¿qué clase de paranoico desparramaría el dinero entre las frazadas sólo para ir al cine? No, tiene que estar en un lugar tan obvio que lo pasé por alto.

Volvió a la entrada, la puerta daba directamente al living, de donde salía un pasillo hacia los dormitorios, ambos ya revisados, y el baño, y una puerta hacia el comedor, desde donde se llegaba a la cocina y al patio. Nada llamaba la atención aquí. Tampoco es que el living sea un lugar donde se alguien escondería mucho dinero, así que, sin detenerse, continuó con el comedor.

En el comedor tendría que ser más cuidadoso, no podía simplemente tirar los muebles, la vajilla hace mucho ruido al caer. Mientras sacaba el último cajón del armario para dejarlo en la mesa, junto a los demás, escuchó un ruido que venía desde la entrada. Inmediatamente se quedó quieto, paralizado, alerta, mientras sensaba el living con sus oídos, agudizados por la oscuridad, y escuchó, interrumpiendo el rítmico y acelerado latido de su corazón, el sonido claro y preciso de pasos que lentamente cruzaban desde la entrada hacia el pasillo.

Todavía en penumbras, ¿por qué no prendían la luz? Si bien sería peligroso para él que la enciendan, porque podrían verlo, identificarlo, y no le quedaría otra salida que eliminarlos, manchando por primera vez sus manos de sangre» ¿Es realmente necesario decir que por primera vez? Pareciera que se está intentando defender a un personaje inventado por un personaje de mi cuento.

«…y no le quedaría otra salida que eliminarlos, le asustaba que no sucediera, justamente por lo inesperado de la situación, dentro de lo inesperado que a su vez fue el arribo de esta gente a la que suponía en el cine por una hora más. Le temblaban las manos, estaba ansioso y tenso. Apretaba la barreta con fuerza y le costaba pensar con claridad. ¿Y si no era esta la casa? Todo él era una masa de nervios y tendones tensos lista para saltar sobre quien fuera que apareciece allí y atacar despiadada, salvaje y desesperadamente.

Se acercó lentamente al living, escuchó los pasos alejarse por el pasillo hacia los dormitorios. La puerta de calle estaba entreabierta, podía huir, aunque quizá ya sería demasiado tarde si habían visto el revoltijo. Además eran pasos de sólo una persona, sigilosos ¿habría alguien más esperando afuera? ¿por qué no encendían la luz? No entendía nada, tenía pánico y un impulso criminal se abría paso irrefrenablemente hacia su conciencia, cobraba vigor y lo dominaba. Sólo una cosa podía y ansiaba hacer ahora, y era seguir aquellos pasos.

Enceguecido por la locura y la sed de violencia se acercó, ya sin dudar, sin miedo, en calma y a paso seguro, al primer dormitorio, desde donde provenía la sombra de una persona que revolvía entre el revoltijo de ropa que él había dejado antes. Ni siquiera intentó ocultarse, ni espiar antes de entrar. Directamente cruzó la puerta, con la barreta en alto y asestó catorce golpes en el cráneo de lo que había sido otro ladrón buscando el dinero y ahora no era más que un cadaver que yacía en la cama.

Sintió placer en cada golpe. Pero tenía que irse antes de que entrara alguien más, este último delincuente había arruinado la puerta y ya no quedaba cerrada. No sentía ningún remordimiento por lo que había hecho, simplemente salió de la casa, y siguió caminando.» Claramente el delincuente tenía algun desorden mental, ¿era sociópata, psicópata o algo así? De todos modos no importa, ya se está haciendo un poco larga esta parte, mejor volver a Marcos que está todavía contemplando el farol mientras imaginaba todo eso.

«Repentinamente se sintió muy cansado, sólo pensaba en llegar a su casa y dormir, faltaban unas pocas cuadras, de la esquina hacia la derecha y luego…» Unas pocas cuadras a secas, mejor, aún no se me ocurre ningún evento interesante que mencionar en el trayecto, así que ¿para qué describirlo?.

«…faltaban unas pocas cuadras.

No se había dado cuenta de lo rápido que caminaba hasta que notó su agitación. En el fondo estaba apurado por alejarse de ese lugar, aunque nunca admitiría que la calle solitaria y oscura, con un farol titilando le parecía un poco tenebrosa. “Mi perro imaginario me debe estar extrañando, así que mejor me apuro.” pensó como una buena excusa para sí mismo, sonriendo por su ocurrencia.» El personaje parece más bien de esos caracteres que gustan más de los gatos, pero los gatos no extrañan. Por ahora no se me ocurre algo mejor, -revisar esta parte mañana-.

«Comenzó a caminar más lentamente al tomar la otra calle, en la esquina, dejando atrás ese farol que titilaba. Era como si ahora estuviese a kilómetros de distancia: luces, ruido, mucha gente paseando, todo parecía más seguro lejos de las sombras. Aliviado pensó en que se hubiera quedado, para ser uno más de la multitud alegre, de no haber estado tan cansado.

Llegó a su casa y preparó un café. Pero se fue a dormir sin tomarlo.»

Nota al margen: En este punto el perro me interrumpió, y bebí otro sorbo del café helado que había olvidado en la mesada. Ya no pude seguir escribiendo, sólo puedo pensar en ir a dormir para siempre y despertar siendo el que imagina la historia de la que sólo soy un personaje, una persona en un universo que contiene a este, y que seguramente es más capaz que yo de comprender el infinito.


Un frasco vacío de pastillas para dormir yacía junto al cuaderno abierto en la última página que este escritor frustrado había escrito antes de morir; y, junto al saco colgado detrás de la puerta de entrada, una barreta con manchas de sangre.

mmazzei -