Inicio | San Rafel |
Fin | Valle Grande |
Distancia | ??? |
Alojamiento | Día 9: Camping del “Movimiento Familiar Cristiano”, regular, a buen precio. Más de 500m de ribera. Desventaja: muy lejos del Valle Grande. Día 10: Quincho de rafting. A orillas del río, un poco ruidoso porque es donde los chicos van de joda. |
Día 1
El Valle Grande es un lugar hermoso, al que llego por segunda vez y espero que no sea la última El 1er día me alojé en uno de los primeros campings que ví ya que, por su nombre, supuse que sería más económico que los otros donde averigüé (algunos pedían hasta $170 por persona, por día).
Apenas llegar, almorcé un inmenso sánguche de queso y pasta de aceitunas en pan casero, acompañado por “una copa” de vino rosado recién comprada en una de las bodegas de San Rafael (me pareció picado…).
El vino me dió modorra enseguida, por lo que terminé durmiendo una larga siesta contra el río, tirado en el pasto, lejos de todos, bajo la sombra de otro sauce (otra vez, la sombra de un sauce a orillas de un río es el lugar perfecto para la siesta). Sólo se oían el viento y el fluir del agua. Fue renovador.
Día 2
Al despertar me encaminé al valle. Quería intentar hacer “rafting”. Todos hablaban tan bien de la experiencia, que lo quería intentar.
No tuve éxito porque ya era tarde, pero conocí al dueño de uno de los puestos. Un ciclista de Mountain Bike, muy amable y dispuesto a charlar y dar consejos sobre la bici. Incluso me dejó pedalear en la suya, lo que consideré un honor. Muy livianita, con todos los chiches: ¡hasta tenía frenos hidráulicos! Me regaló una cámara original de su bici.
Al 2do día arranqué tempranito, aunque medio cansado por el vino y porque tuve que levantarme a mitad de la noche a correr la carpa por la tormenta de viento. Tras pedalear un buen rato, tranquilo, a ritmo de paseo, llegué a “El Puente”. Justamente un puente, donde se bifurca la ruta dando lugar a dos caminos para subir hasta la represa. Desde allí se ven la empresa de rafting con la que bajé y un camping que me habían recomendado antes (Valle Encantado, ex Condorín).
La experiencia de rafting estuvo entretenida, con un gran trabajo por parte del coordinador, que agregó una buena cuota de humor y sorpresas. Bajé en un gomón junto a cuatro mujeres de Capital Federal (dos docentes y las dos hijas de una de ellas).
Esa noche estaba decidido a no pagar por alojamiento. Pregunté aquí y allá antes de elegir ubicación y, temprano a la tarde, ya había encontrado una muy buena, cerca de la que me quedé tomando mates como para reservar lugar, pero sin armar la carpa, para evitar avivar a algún pillo (me habían dicho que era peligroso dormir en cualquier parte y podían robarme).
El lugar era ideal: una bajada al costado de la ruta, a 2m del río, separada de esta sólo por un barranco del que crecían algunos árboles. Era casi como una galería techada por árboles, con una playada en la que bici y carpa entraban justo y quedaban bien ocultas durante la noche.
Mientras mateaba lo conocí a Sosa. Un sanrafaelino, y su familia, con quienes compartí lo que quedaba del día. Mates y asado incluidos. Hablamos largo y tendido, muy amables todos.
Como nos agarró una tormenta fuerte de noche, nos guarecimos en el quincho de una de las empresas de turismo aventura (que quedan vacías al finalizar la jornada), donde esperamos a que pasara la lluvia para hacer fuego para el asado y donde finalmente acamparía.
Cuando estaba por dormir llegaron unos chicos en coche, dispuestos a tener su fiesta contra el quincho; pero cuando les comenté que necesitaba descansar, se marcharon. ¡No esperaba una reacción tan respetuosa!
Notas al margen
Jarilla
Una hierba aromática que crece todo a lo largo del Cañón del Atuel. Hojas pequeñas, agrupadas en ramas como de helecho. Se agrega a la carne para saborizar o se hierve con sal para tomar la infusión, que tiene un contenido importante de yodo.
Se prohibió su comercialización hace años por sobreexplotación.
Nadando en el Atuel
Con Sosa y sus hijos nos metimos a nadar al río, entrando unos 200m antes de donde está el puesto de control policial, y dejándonos llevar por la corriente unos 500m o 600m. ¡Mucho más entretenido que el rafting, y podía repetirlo tantas veces como quisiera! Los chicos, incluso, se tiraban durante la noche.