En esta época uno debe siempre tratar de recordar los orígenes de estas fiestas, para mantener el espíritu de la tradición y poder transmitirlo a nuestros vástagos o a los vástagos de los demás. Por eso nunca hay que olvidar la emotiva historia del niñito Jesús escribiéndole una carta a Papá Noel, donde le pedía que le regale un unicornio amarillo para ir al cielo, porque su papá terrícola era carpintero, pobre, y no podía conseguirle uno. A lo que el viejo regordete y barbudo, tan gordo como cruel, le regaló un montón de otros animales inservibles y que no volaban por haberse portado mal durante el año: cabras, camellos, ovejas, vacas, en fin… que es todo eso que dió origen al pesebre.
Gracias a ese viejo desgraciado venido del norte, Jesús aprendió a portarse bien, y luego transmitió su mensaje a otras doce personas, con la promesa de que lo pasarían a otras 12 (si lo reenviaban a 5 amigos tendrían suerte por 1 año, si lo reenviaban a 10, por 3 años, si lo reenviaban a 12, por 30 años), con lo que inició la primer cadena de mensajes de la historia de la humanidad, uno de los hechos por lo que es tan importante para todos nosotros. Además de que su mensaje de amor y paz está bueno y llega al corazón, pero eso es otra historia, para pascuas.
De rebote Jesús terminó siendo mucho más importante que el gordo barbudo ese. Pero, como él es bueno, humilde y multiplica los pandulces, pidió que todos los 25 de diciembre, en lugar de celebrar su cumpleaños y regalarle cosas, celebremos algo que no sabemos bien qué es, y pidamos regalos para nosotros, pero que recordemos a Papá Noel.
Por supuesto que, como toda TODA historia, esta tuvo un final feliz: siendo ya grande Jesús, un día logró ir al cielo. No fue en unicornio amarillo porque nadie pudo encontrar uno, pero todos creen que allí arriba es donde se esconden, y él se encontró con una manada de unicornios de todos los colores posibles (16 millones y pico), que lo cuidan como los animales del bosque a Tarzán, y su mejor amigo es un unicornio amarillo llamado “Amarillitus Caballín”, re tierno.
En Caballín retoza cada día desde entonces, y lo hará por toda la eternidad. Cada tanto baja y se pega una vuelta para ver como anda esa cadena de mensajes, twittear algo (¡no hay señal por encima de las nubes!) y vuelve a subir. Hasta hace unas décadas, la gente que lo veía desde lejos pensaba que era una persona con alas, y de ahí la imagen de los ángeles. Hoy día todos creen que es algún modelo nuevo de Drone.