Motivación
Si vuelvo vivo de ésta, la próxima vez que me plantee una locura tendré el siguiente post para motivarme. Para recordar que ahora también titubeé, que estuve por entrar en razones durante las últimas 48hs, cuando “entrar en razones” equivalía a dejar de hacer cosas de loco. Y una “cosa de loco” es mandarme a recorrer sólo y sin experiencia 4150Km en bici (jamás emparché siquiera una goma).
Las dudas
Cada vez falta menos tiempo para la partida. Y no sé si es que siempre tuve los mismos interrogantes y ahora se están concentrando en el cada vez menor tiempo; o si ahora están surgiendo nuevos. Pero a cada instante pasa uno revoloteando por ahí y se posa por un buen rato en mis pensamientos.
Sólo dos noches de colchoncito cómodo por delante, una posibilidad de ducha en mi baño, con todas las cosas en el lugar de siempre; de tener sed y que obtener agua fresca sea tan fácil como abrir una canilla, o de poder dormir un ratito de más. Que me pueda dar fiaca andar en bici, que lo patee para otro día. De tener la chance de postergar un encuentro con alguien sólo porque sé que mañana hay más tiempo…
Ahora, me estoy quedando sin tiempo. Los asuntos se vuelven impostergables. Obligaciones. Ya me queda sólo un día para todo. La nostalgia por lo que tengo aparece. Resistencia de último momento.
Después no habrá marcha atrás. Una vez que mire hacia atrás y ya no vea a quienes me despiden, estaré jugado. Con lo que hay tiene que alcanzar.
¿Y si me olvido de llevar tal o cual cosa? ¿Habrá muchos camiones en la ruta? ¿Por qué tantos me preguntan si no tengo miedo de ir sólo, habrá algo que no tenga en cuenta? ¿Tendré que tener miedo? ¿Podré dormir al costado de la ruta en caso de ser necesario? ¿Dónde dejaré la bici para que no me la roben? ¿Y si llueve? Esa lona que me armé, ¿servirá realmente? ¿Llevo suficiente agua? ¿Y si se rompe la bici? ¿Podré contra esos vientos y pendientes que se me opongan en el camino? ¿Y si me enfermo? ¿Y si me hago daño?
Dudas típicas, que aparecen sobre la hora para medir la voluntad que se tiene de hacer lo que se está por hacer. Y ya sé que sólo hay una forma de responder todos estos interrogantes: intentarlo.
No me importa si no llego a mi objetivo, si vuelvo en colectivo al tercer día, si hace falta pasar frío y hambre para aprender a sobrepasar la tormenta, si han de subirse varios empinados cerros antes de aprender a hacerlo sin desfallecer en el intento. No importa realmente estar a solas y en silencio. Si me chorean la bici, sigo caminando y, si tengo miedo, deberé aprender a superarlo.
No me importan las posibilidades de equivocarme, de que me vaya mal. Si sale bien, habrá valido la pena. Así que, ¡a por ella!
(Nota: ahora que lo releo, mi arenga quedó mejor que la de William Wallace.)